Te sembraste en mi pradera como un uvero
y tu raiz indultada, se alimentó de mis ansias
desafiando la fria aridez de la ausencia
mientras crecias ebrio de sol y espacio abierto
Te sembraste en mí, con la fuerza huracanada del secreto
emergiendo de un cálido arrecife de suspiros
trasponiendo el tiempo
en un húmedo silencio de palabras
Tus ramas albergaron mis sueños de alondra migratoria
y creciste alimentándote de mi savia subterránea
tu sombra amparó mis anhelos de mil espinas flageladas
y al final probé el vino alucinante de tus besos
hecho de uvas cansadas...
olimpa bracho
martes, 23 de diciembre de 2008
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